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TEJUPILCO, Edomex., 27 de septiembre de 2016.- Las expectativas previas a su inauguración eran esplendidas, al fin los niños y niñas de Tejupilco y sus alrededores tendrían un sitio fabuloso para divertirse, parecía un sueño y el “regalo de reyes” más adecuado para una población creciente, donde no existen sitios apropiados para la recreación de la infancia, solo algunos balnearios, porque en esta región prácticamente no hay parques; muchos “guaches” no conocen la sensación de subirse a un columpio o una resbaladilla.
Las obras e inauguración del barco interactivo se anunciaron con “bombo y platillo”; en diciembre del 2014, el gobernador hablo del proyecto, único en el país dijo, y costaría unos 13 millones de pesos; para el 6 de enero del 2015 Eruviel Ávila “entregó” este beneficio largamente esperado por las familias, cuyo costo informó fue de poco más de 18 millones, otros informes consignan mas de 25 millones de pesos para construirlo.
Ese día el mandatario estatal partió una “rosca de reyes”, aunque muchos recuerdan con desencanto la fecha, pues ni siquiera se cortó un listón o se paró frente al sitio, ahora desolado, aunque se mira muy divertido en el video promocional elaborado por los canales de difusión del gobierno del estado, el cual se reproduce constantemente en los foros oficiales y sobre todo en sus informes.
El barquito y sus instalaciones de vestidores, bombas de agua, camastros, se construyeron en un área contigua a la Plaza Estado de México, inaugurada poco antes, el 28 de mayo del 2013, con el presidente municipal de entonces Manuel Santín Hernández, destinándose también un espacio para crear un pequeño museo dedicado a Miguel Hidalgo y Costilla, el cual también está cerrado permanentemente desde hace varios meses, solo pueden admirar a este personaje representado con una añeja estatua de concreto muy deteriorada y colocada a la intemperie.
Los niños, niñas, jóvenes, padres y madres disfrutan de las canchas deportivas y un módulo de juegos infantiles, aunque la resbaladilla más divertida ya está destrozada y no es conveniente deslizarse por ella, porque mínimo la ropa podría desgarrarse, pero al menos los pequeños pueden correr a sus anchas, aunque cuando llegan ya muchos están cansados, a menos de viajar en auto, porque esta Plaza se ubica a las afueras de Tejupilco y no hay trasporte público hacia ese lugar.
El barquito pues se convirtió en un “Elefante Blanco”, es solo parte del paisaje y alguna preocupación causa entre los asistentes al observar el agua estancada a su alrededor, por aquello de los mosquitos trasmisores del sika, dengue y chinkonguya; algunos confían en que al menos para echar polvitos de “abate” abrieron la reja, pues desde el año pasado, poco después de inaugurarse el sitio cerró, según porque se quemaron las bombas.
Quienes tuvieron la fortuna de jugar en ese barco se quedaron con buenas fotos de recuerdo, en las semanas que permaneció abierto la afluencia fue impresionante, aunque algunos niños y niñas no les permitieron acudir, por cuestiones de seguridad según sus padres, quienes fueron parte del equipo que construyó e instaló “el barquito”, y entre las ordenes recuerdan el de conseguir los materiales de más bajo precio, aunque ellos debieron cotizar con una cifra mucho mayor, y les pidieron inflar el costo de manera considerable.
El señor Alberto, pese a estar muy necesitado de trabajo prefirió renunciar al puesto de albañil, le molesto mucho el ver como los encargados de hacer esta obra pusieron su ambición muy por encima de la seguridad de quienes gozarían de esta divertida atracción, los niños; ahora ve mucho de razón en las críticas y discusiones de los “profesionales” encargados, quienes trabajaron a disgusto con el material de la peor calidad posible.
Según la información oficial, 20 millones de pesos costo este “chistecito”, pero a nadie hace gracia verlo de lejitos, “los guaches” sigue divirtiéndose como pueden en la plaza principal de Tejupilco, donde no hay juegos, ni pueden correr con seguridad y confianza por lo mal planeada, y solo quienes tienen auto o viven cerca del recinto ferial pueden acudir a la Plaza Estado de México, “algo es algo” dicen, pues con todo y sus fallas, carencias y destrozos, el sitio permite a los niños y jóvenes pasar ratos agradables.
El “Barquito fantasma” ni esperanzas de verlo en función otra vez, quizás sería lo mejor, indican padres de familia entrevistados en el lugar; cuando se les ocurra ponerlo en operación, segurito van a invertir otros millones más, dijeron, de por si se les hace muy caro lo ya gastado en esta embarcación de ornato, cuyo origen y procedencia tiene ya varias versiones entre la gente, la más recurrente es que alguien de la política lo tenía en Ixtapa Zihuatanejo o algún lugar del Estado de Guerrero, igualmente abandonado; no logran precisar si fue donación o una venta de remate.
Otros creen que están muy mal la construcción y sus instalaciones, así que por cuestiones de seguridad se vieron obligados a cerrarlo; aunque no hay precisión sobre la fecha de este cierre, pero pasa del año y medio, porque no estuvo mucho tiempo abierto al público; es algo muy extraño, pero sobre todo muy injusto para la niñez indicó Juana, mamá de tres niñas; varios padres más coincidieron, esos 20 millones de pesos son demasiado para tener solo de adorno un conjunto de juegos infantiles en forma de barco que mide 43 metros de largo y siete metros de altura.
El barco está sobre un espejo de agua de 40 centímetros de profundidad; los toboganes, resbaladillas y trepadores conducen hacia el chapoteadero, en este sitio también se construyeron vestidores, hay cisternas, filtros, camastros, un lamentable desperdicio dijeron.