
La Política Mexiquense
La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC) fue un tratado adoptado en 1992 durante la Cumbre de la Tierra en Río de Janeiro, su propósito principal era: estabilizar las concentraciones de gases de efecto invernadero en la atmósfera a un nivel que evitara riesgos peligrosos en el sistema climático; es decir, buscaba prevenir los efectos más graves, causados por el aumento de la temperatura en aire, agua y tierra y no imponía metas obligatorias de reducción de emisiones por sí solo. Al ser un Convenio Marco, establecía los principios, objetivos y mecanismos para futuros acuerdos vinculantes. Todos los países debían actuar, pero los más desarrollados podían hacer más por ser los mayores responsables de la contaminación.
La Cumbre de Río fue la primera reunión global que relacionó de forma oficial medio ambiente y desarrollo económico; dio origen a las COP (Conferencias de las Partes) que aún hoy definen la política climática en el planeta; fue el nacimiento de varios tratados, como el Protocolo de Kioto, adoptado el 11 de diciembre de 1997, que tuvo el objetivo de reducir las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) que contribuyen al calentamiento global; su entrada en vigor fue el 16 de febrero de 2005 y sus propósitos fueron: reducir, en promedio, un 5,2% de las emisiones de GEI (como el CO₂, metano y óxidos de nitrógeno) respecto a los niveles de 1990, durante el primer período de compromiso (2008-2012).
Solo los países desarrollados y en transición, incluidos en el Anexo I, estaban obligados a cumplir metas de reducción. Los países en desarrollo no tenían compromisos cuantitativos, pero podían participar mediante mecanismos flexibles; sus principales reglas eran que: los países desarrollados podían comprar derechos de emisión a los países en desarrollo y así, podían financiarles proyectos que redujeran emisiones, y obtener créditos (bonos de carbono) a su favor, para alcanzar las metas de reducción pactadas.
Estados Unidos firmó, pero no lo ratificó, principalmente por considerar que no imponía compromisos a países como China o India, y que afectaba a su economía debido a la reducción en la producción. El Protocolo fue renovado en 2012 mediante la Enmienda de Doha, con un segundo período de compromiso hasta 2020, pero pocos países la ratificaron. Fue sucedido por el Acuerdo de París (2015), un pacto más inclusivo y con compromisos voluntarios para todos los países, no solo los desarrollados.
Barack Obama, fue un firme defensor del Acuerdo de París sobre el cambio climático de 2015. Bajo su liderazgo, Estados Unidos desempeñó un papel clave en las negociaciones que llevaron a este acuerdo histórico. Obama destacó que el Acuerdo de París representaba «la mejor oportunidad para salvar el único planeta que tenemos» y en septiembre de 2016, Estados Unidos, formalmente se unió al Acuerdo de París, reafirmando su compromiso con la lucha contra el cambio climático. El mandatario consideraba este acuerdo como uno de los logros más importantes de su presidencia, ya que comprometía a casi todas las naciones a reducciones vinculantes de emisiones.
No obstante, el 1 de junio de 2017 en su primer período, Donald Trump anunció su decisión de retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París, argumentando que era un tratado injusto para los trabajadores y la economía del país, dijo: “Fui elegido para representar a los ciudadanos de Pittsburgh, no de París.” Así, el 4 de noviembre de 2019 presentó formalmente la notificación de salida ante la ONU y el Acuerdo establece que surte efectos, un año después de dicha notificación.
El 4 de noviembre de 2020 se concretó oficialmente la salida de Estados Unidos, un día después de las elecciones presidenciales de 2020. Cabe señalar que Estados Unidos fue el único país que se retiró del Acuerdo, lo que generó una fuerte crítica internacional e interna, ya que muchas empresas, ciudades y estados dentro de los EE. UU. anunciaron que seguirían comprometidos con los objetivos climáticos.
El presidente Joe Biden reincorporó a EE. UU. al Acuerdo de París el 20 de enero de 2021, con una de sus primeras acciones ejecutivas.
Ahora, en 2025, ante la acción de Donald Trump de retirar a Estados Unidos del Acuerdo de París de 2015, y su política energética de perforar “drill, drill, drill”, el director ejecutivo de Greenpeace Internacional, Mads Christensen, ha declarado: “Una política de negacionismo climático dejará desprotegido al país frente a los desastres provocados por el cambio climático, como los incendios forestales o la repetición de huracanes. Negar los desafíos globales no los hace desaparecer, y mientras Los Ángeles sigue ardiendo, abandonar el Acuerdo de París sólo inflamará los riesgos futuros. Combatir la crisis climática requiere cooperación internacional, no aislacionismo”.
Por su parte, Eva Saldaña, directora ejecutiva de Greenpeace España, ha añadido: “Lo anunciado por Trump en su discurso de investidura era lo esperable siguiendo su deriva antidemocrática y su promoción obscena del racismo, machismo, xenofobia y del negacionismo suicida. La retirada de Estados Unidos del Acuerdo de París sitúa al país en la marginalidad, al mismo nivel que Irán, Libia y Yemen, que están fuera del acuerdo histórico, y es un intento más de seguir nutriendo el lobby fósil que lo sostiene. La comunidad internacional ha visto ya a Trump retirarse antes, pero el resto del mundo ha seguido adelante de todos modos. Volverá a ser así, porque, no nos equivoquemos: el Acuerdo de París es resiliente y avanzará en función de lo que hagamos el resto de la humanidad.”
Hoy se levantan dos tormentas en el planeta: las crisis de los embates del calentamiento global sin distingos de fronteras en la carrera contrarreloj a la profecía apocalíptica de Juan de Patmos en conjunto al titular sensacionalista, las alarmas del “garrote”, la encarnación del capitalismo feroz, egoísta y mezquino del ocupante de la Oficina Oval. París y su Acuerdo se alzan como la luz que podría sostener la comunidad internacional bajo quizá, la verdadera urgencia de nuestro tiempo: el futuro de nuestra especie.