Balazos en el pie
El nombramiento de Gabriel García Hernández como Coordinador General de Programas de Desarrollo, sella el proyecto de López Obrador de tener a Morena setenta años en el poder.
Lo hagan bien o mal en la conducción del país será lo de menos, pues lo importante va a ser el control político que tendrán de las 32 entidades federativas y de los 300 distritos electorales.
Para eso nombraron a García Hernández como Coordinador de los Programas de Desarrollo, que será la cabeza de los 32 coordinadores estatales, también llamados vice gobernadores, y de los 300 coordinadores regionales, uno por cada distrito electoral del país.
García Hernández es el secretario de Organización de Morena y constructor de los 60 mil comités territoriales-seccionales de ese partido que operaron para AMLO en la pasada campaña presidencial, como expuso ayer nuestro colega Salvador García Soto.
Aún más, García Hernández fue el apoderado legal de la asociación civil Honestidad Valiente, que recolectó los fondos en la campaña presidencial de su líder en las elecciones de 2006.
Se trata de un personaje que hasta el lunes se mantuvo en las sombras, y salió a la luz para ser presentado por López Obrador como uno de sus siete hombres de confianza (no hay ninguna mujer) que trabajarán directamente con él en Palacio Nacional.
Los 32 coordinadores estatales serán los encargados de dar seguimientos a los programas sociales en cada entidad, con lo que manejarán los padrones de apoyos.
Ellos “bajarán” los recursos federales para los programas estatales de desarrollo, y le darán seguimiento para verificar que sean bien ejecutados.
Serán, en el fondo, los jefes de los gobernadores, pues tendrán la llave de los recursos y el control de los padrones de los programas sociales.
Con un poder real que estará sobre el gobernador, no tendrán el desgaste del ejercicio del gobierno, y sí tendrán todo el tiempo a su favor y los recursos en la mano para hacer campaña anticipada, de manera legal, y convertirse en los candidatos naturales de Morena al gobierno del estado.
Lo mismo sucederá con los 300 coordinadores regionales, que operarán, casualmente, en cada uno de los distritos electorales federales y serán, en consecuencia, los prospectos para ser candidatos de Morena a diputados por esos distritos.
Como se sabe, porque ya los nombraron, los coordinadores de desarrollo en cada estado son candidatos a gobernadores por Morena recientemente derrotados, o dirigentes estatales de ese partido.
No hay sorpresas: los 32 coordinadores estatales, que representarán a todas las dependencias federales en cada una de las entidades federativas, son ex candidatos Morena, dirigentes de Morena, o trabajaron en la campaña de Morena.
Ahí están, ya destapados, los próximos 32 candidatos de López Obrador a los gobiernos estatales, que se inaugurarán el próximo año en Baja California, cuando el actual senador electo de Morena, Jaime Bonilla, designado Coordinador de Programas de Desarrollo en esa entidad, se convierta en candidato a gobernador en BC por el partido de AMLO.
Es tal la intención política de anular a los gobernadores -para bien o para mal, electos por sus paisanos-, que en Tamaulipas se anunció como Coordinador a José Antonio Gómez Leal, cuñado del actual gobernador Cabeza de Vaca, con quien tiene una mala relación. Gómez Leal fue candidato de Morena a la alcaldía de Reynosa y, para que no ganara, el gobernador le puso una carta fuerte de Acción Nacional como candidato y lo venció.
Pues bien, López Obrador se lo regresa ahora como “vice gobernador”, con plenos poderes federales en su calidad de Coordinador de Programas de Desarrollo.
Abreviemos. Lo que hay es la construcción de una formidable maquinaria de control político para asegurarle a Morena la continuidad en el gobierno por los años y décadas que nos restan por vivir.
No nos los vamos a quitar nunca de encima si consuman este proyecto, anunciado, con designaciones ya hechas, presupuesto asegurado y coordinado por el secretario de Organización de Morena, Gabriel García Hernández, junto a López Obrador en Palacio Nacional.
Eso es lo que se viene para el país, aunque quisiéramos autoengañarnos.
Han dado señales preocupantes de no saber qué quieren en seguridad, de formular castillos en el aire en economía y de ocurrencias en obra pública.
Poco importa, pues donde son imbatibles es en el control político y ya están actuando a la vista de todos y con el silencio de todos.