Balazos en el pie
Algo tiene Osorio
En un amplio sector de comentaristas políticos, y tiendo a creer que en el gobierno también, hay una suerte de descarte “natural” del secretario de Gobernación como candidato del PRI a la Presidencia.
A la luz de los datos disponibles, parece injusto, y sobre todo infundado.
La reciente encuesta de El Financiero es para abrir los ojos a cualquiera: Miguel Ángel Osorio no sólo es el priista mejor posicionado frente a los candidatos de otras fuerzas, sino que el 47 por ciento de los simpatizantes de ese partido lo prefieren a él.
Se trata de cifras insólitas sobre un consenso partidista para que Osorio sea el candidato presidencial.
De ninguna manera digo que sea el mejor, el que más vaya a crecer, el que podría ganar. Vaya, es el único con el que no he conversado jamás y no tengo la menor idea de lo que piensa en corto.
Sólo subrayo que es el que los priístas quieren.
Si no es Osorio el candidato, el PRI está en un problema.
¿Qué le van a decir a los asistentes a la Convención de Delegados?
¿Que no va a ser candidato el que quiere el 47 por ciento de ellos, sino el favorito del ocho, del seis, o del cinco por ciento?
Incluso si olvidamos las preferencias de priistas y hacemos extensivo el ejercicio al conjunto de la ciudadanía, la encuesta de El Financiero señala que el 27 por ciento de la población quiere a Osorio como candidato presidencial del PRI, contra un siete por ciento de su más cercano perseguidor, el doctor José Narro.
Ya contra los candidatos de los diferentes partidos, Osorio se ubica en segundo lugar, ocho puntos por debajo de López Obrador, pero cinco puntos por encima del candidato del Frente PAN-PRD-MC, Ricardo Anaya.
¿Qué explicación le van a dar a Osorio si no es el elegido?
La pregunta es válida porque, a juzgar por los números, Osorio tiene la capacidad de desbarrancar al PRI y hacer ganar a quien le dé su gana.
En caso de rebelarse, con las encuestas en la mano define la elección.
Por eso López Obrador le ha mandado mensajes abiertos que son guiños políticos, a los que el secretario de Gobernación ha respondido con rudeza.
¿Se mantendrá esa institucionalidad de Osorio, si no es el elegido, en una circunstancia de que crece en las encuestas?
No lo conozco y no puedo orientar al lector en ese aspecto, pero ahí hay un problema a resolver si no le dan la candidatura como lo pide la mitad de los priístas.
Mucho se le ha criticado a Osorio en fechas recientes, en estas páginas por ejemplo, porque el problema de la inseguridad no se ha resuelto y estamos igual que en el sexenio anterior.
Se dice que fue un error pensar que la lucha contra el crimen era sólo una cuestión de “coordinación” con autoridades estatales, sino de prevención y de hacer trabajar a los gobiernos locales, entre otros temas.
Todo lo anterior es cierto, y sin embargo Osorio sigue siendo el favorito de los priístas.
Algo ha de tener el secretario de Gobernación para encabezar las preferencias, de calle, para ser el candidato presidencial del PRI.
Ese político conecta con la gente. Ahí están los números y no se dan empates técnicos.
Ya tendrán que ver los estrategas del gobierno si es el que más puede crecer. Si es el que puede ganarle a AMLO. Si es el que puede atraer el voto útil.
Pero tendrán que ver, sobre todo, qué le van a decir a Osorio si no resulta designado candidato, porque es el puntero y les puede arruinar la elección.