Libros de ayer y hoy
A sus casi 64 años de edad, Alfonso Durazo no ha dedicado un solo día a estudiar ni a trabajar en el tema de la seguridad, y va a ser el secretario de López Obrador para terminar en tres años la “guerra contra el narco” y pacificar al país.
Otra ocurrencia.
Ni una mínima explicación de por qué lo elige a él para ser el secretario de Seguridad Pública, sin tener la menor experiencia en la materia.
Su “nombramiento” refleja que López Obrador no tiene ninguna idea para frenar la violencia criminal.
Revela también que AMLO no conoce a Durazo.
Pertenecía al círculo cercano del candidato presidencial priista en el año 2000, Francisco Labastida, y porque no lo hicieron candidato a diputado se pasó al equipo del candidato Vicente Fox.
¿Cómo se le llama a un soldado que en plena batalla se pasa al bando contrario?
Tiene un nombre: traición.
Fue la carta “colosista” de Vicente Fox en el 2000, y lo nombró secretario particular porque se lo había quitado al primer círculo de Labastida.
Mejor dicho, Durazo le tocó la puerta al panista y éste tuvo la mala fortuna de hacerlo su confidente.
Que no se extrañe López Obrador si Alfonso Durazo lo abandona cuando empiece a declinar en las encuestas, como todo indica que va a suceder.
Con ocurrencias como ésta, de anunciar que Durazo va a ser su secretario de Seguridad Pública, y con el lamentable equipo que presentó, obviamente va a iniciar su declive en las preferencias ciudadanas.
¿Qué va a hacer Durazo cuando vea que su candidato no va a ganar la Presidencia y se quedará sin secretaría de Seguridad Pública?
No nos extrañe que se vaya con Ricardo Anaya, o busque a Meade en abril o mayo, ya que ninguno de los dos lo conoce. ¿O sí?
Como secretario particular del ya presidente Vicente Fox, le renunció con una carta de diecinueve cuartillas, que leyó e hizo pública.
Despedazó a Fox, como en su momento despedazó a Labastida.
El secretario particular -su nombre lo dice- es el encargado de la secrecía, de guardar los secretos. Y en su renuncia de 19 cuartillas hizo públicas intimidades del entonces presidente y su entorno familiar.
Esas diecinueve hojas no fueron una renuncia de un secretario particular, sino una delación.
Muy confiable, no es. Pero a AMLO no le importa, como a Fox no le importó en su momento.
Quizá tendría que recordar algo el abanderado de Morena, que vivió en carne propia. Hizo a Durazo candidato a senador por Sonora a fin de que su “colosismo” le trajera votos en esa noble tierra.
Sin embargo en la elección, en Sonora, López Obrador tuvo más votos que Durazo.
Es decir, Durazo no le sirve ni en Sonora.
Por último -como duda recurrente en los que tenemos memoria-, está el episodio de los diez millones de dólares que don Roberto González Barrera (difunto dueño de Maseca) entregó a la campaña de Luis Donaldo Colosio.
Ese dinero se guardó en cajas de seguridad a las que Durazo tenía acceso. ¿Dónde quedaron los dólares?
Nunca se ahondó en el tema para no ensuciar más las cosas, pero ese dinero jamás llegó a la campaña.
Ah, y ahora sí -por el momento-, un recuerdo final: al parecer ya no importa que Durazo haya filtrado -como vocero de la secretaría de Gobernación en el sexenio de Zedillo- a un periódico estadounidense el nombre del informante que les reveló la identidad del Subcomandante Marcos.
Muy confiable para ser secretario de Seguridad Pública.