Balazos en el pie
Me encontraba en una sala de espera de un consultorio médico, había una señora que comenzó de la nada a conversar conmigo, me preguntó que si era casada, le dije que yo ya había cubierto mi cuota, se rió y dijo debería haber permiso de “descasarse”, poder decir sin problemas “ya no quiero estar aquí”, y continuó diciendo: yo veo tan contenta a mi hermana soltera, sin problemas, porque pasan los años y todo se vuelve rutinario, los hijos, ahora los nietos y no me siento feliz. De pronto la recepcionista dijo también, sí, debería una poder “descasarse”. Así es, estaba frente a dos mujeres casadas, con una familia, pero absolutamente inconformes, infelices.
Así pues las escuchaba y me tocó entrar con el doctor, pero no pude dejar de pensar en ellas, por tanto me han inspirado para escribir este artículo dedicado a los matrimonios que tienen muchos años de casados y creen en la posibilidad de “descasarse”. Señoras y señores, el matrimonio es un vínculo consecuencia del deseo de dos personas de pasar el resto de su vida juntos, amándose y con el sueño de formar una familia, donde se enseñen valores y muchas cosas más.
Esto me hace recordar la epístola de Melchor Ocampo (larguísima por cierto), misma que sinceramente cuando me casé no puse atención, pues de haberlo hecho me habría gustado decir: “permítame discutir esto con el señor que será mi esposo, porque no estoy tan segura de poderlo cumplir, dado que no corresponde a mi carácter”, y quizás nos habríamos ahorrado un divorcio.
Afortunadamente la dichosa epístola ha sido suplida por la “carta matrimonial”, en la que se asoma una redacción un poco más equitativa y cercana a la realidad, pero mi intención no es hacer un análisis de dichos documentos, ni incitar a la gente a que se divorcie si ya no está a gusto, el punto más bien es que así como evolucionó un documento tan importante, para dar paso a otro apegado a la actualidad, también sería interesante que los matrimonios analizaran sobre la evolución de su relación.
Si bien es cierto que cuando se es joven y se piensa en casarse, aunque sean otros tiempos, la ilusión de estar con el príncipe azul, verde o morado o sólo hayan tenido la posibilidad de encontrar a un Shrek para pasar el resto de la vida juntos, sigue vigente, también se debe pensar que ese par de tortolitos que ahora conciben la idea de que es posible comer, desayunar y cenar amor, al paso del tiempo tendrán que crecer y no sólo me refiero a cumplir años, sino a crecer como personas, y que un día la relación deberá madurar en todos los sentidos, abriendo paso a cosas mucho más importantes.
Queridos lectores, el compartir la vida con otra persona es una responsabilidad enorme, más aún si se ha tomado la decisión de tener hijos. No es fácil, nadie dice que lo sea, cualquier relación llámese amigos, hermanos, compañeros, es difícil; imagínense si se trata de personas que no sólo compartirán un espacio físico, sino también los gastos, decisiones, el dormitorio y todo lo que tienen ambos.
Por tanto, cuando las cosas ya no van bien, el “descasarse” no debe ser la primera opción, más bien es una alerta para analizar qué es lo que está pasando dentro de ese matrimonio, qué han dejado de brindarse mutuamente como para concebir el deseo de no estar juntos, pero no hacen nada y siguen ahí.
Seguramente aún hay mucho por vivir y compartir. Dense la oportunidad de voltear a mirarse a sí mismos y pensar, ¿qué he dejado de hacer yo para con mi pareja?, ¿aún quiero y tengo la posibilidad de hacer y luchar por mejorar mi relación?, tal vez sí. Hablen, sean sinceros, y rescaten toda la vida que han estado juntos; quizás, en una de esas, lo único que faltaba era decirlo.
Muchas parejas han perdido hasta la confianza de decirle al otro lo que no le gusta y al hacerlo han logrado renovarse y continuar.
Y tú, ¿has pensado en “descasarte”?
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