Balazos en el pie
A veces cuando nos topamos con alguien que tiene muy mal carácter, ya sea enojón, explosivo y que a veces nos recuerda a ese personaje verde de los comics llamado “Hulk”, cuya transformación se debe principalmente a estados de furia, excitación y miedo , decimos que esa persona tiene un carácter muy fuerte, sin embargo, esa fortaleza se refiere más bien a las personas que son capaces de regular sus emociones; sí, esas personas que difícilmente pierden el control o mejor dicho que tienen tolerancia a la frustración.
El manejo de las emociones es una de las cosas más difíciles de lograr, pero es fundamental que si no sabemos hacerlo, lo aprendamos, ya que nos puede ocasionar muchos problemas.
Manejar las emociones, idealmente debe enseñarse desde la infancia. Cuando los niños comienzan a probar las maneras de conseguir lo que quieren, primero lo hacen llorando, porque es la única manera que han aprendido antes del lenguaje para saciar sus necesidades. Los bebés, de hecho, desarrollan diversas formas de llanto, de esta manera las mamás apenas su bebé comienza a llorar pueden identificar si su llanto es por hambre, sueño, cansancio o hasta porque ya es hora de cambiarles el pañal.
Así pues, los niños conforme van creciendo agregan al llanto algunos comportamientos que son como pruebas para saber cómo ir consiguiendo las cosas que quieren o necesitan, de ahí que algunos al no ser saciada su necesidad recurren al berrinche, cuando éste deja de funcionar, gritan, patalean y otros más avientan lo primero que tienen a la mano.
Pero cuando comienzan a hacer estas cosas no es porque sean mal portados, sino porque no han aprendido que hay otras formas de obtener lo que quieren, por tanto es en estas situaciones cuando los padres deben enseñarles que hay maneras más adecuadas de pedir para obtener, pero también de saber que no todo lo que ellos quieran podrán tenerlo y es en este momento cuando algunos padres se muestran débiles o poco pacientes y con tal de que el niñito deje de llorar le dan lo que pide.
Esto puede parecer no tan importante en ese momento, ya que las “necesidades” o deseos que muestran los niños casi siempre podrían ser cubiertas por los adultos, dado que en esas etapas se reduce a cosas como cargarlos, darles otro dulce, un juguete, etc.
Sin embargo, pocos adultos se detienen a analizar que las necesidades de los niños irán cambiando conforme crecen, que en determinado momento ya no será un dulce ni un juguete, sino dinero, un carro, el tráfico, una pareja, un puesto o un estatus.
Trabajar con los niños su tolerancia a la frustración los convertirá en adultos capaces de manejar sus emociones y por ende a fortalecer su carácter.
¿Y tú, tienes tolerancia a la frustración o también te transformas como Hulk? Regálame tus comentarios y sugerencias a [email protected] o Twitter: @eldivandecony