Muere niña tras ser arrollada por camión público en Toluca; su madre lesionada
TOLUCA, Edomex., 24 de enero de 2014.- Paula Reyes Sánchez, de 65 años de edad, que en la última década se ha desempeñado vendiendo churros en la vía pública, con voz firme sostiene que pese a que en seis ocasiones ha tratado de incorporarse al padrón de beneficiarios del Programa 60 y Más que opera la Secretaría de Desarrollo Social, no ha corrido con suerte porque los funcionarios le han respondido con negativas que van desde “ya se pasó la convocatoria”, hasta “por el momento ya no hay cupo”.
“No tengo la ayuda del gobierno, quisiera tenerla para apoyar a mis nietos. Las cosas están muy caras y el gobierno debería dejarnos vender, aunque nos cobren 20 o 25 pesos el permiso”, comentó.
Atrás de su canasta de churros, que en los últimos años le ha permitido no sólo subsistir a ella, sino a dos de sus nietos, de 8 y 10 años, Reyes Sánchez, que tiene su hogar en la comunidad de Santiaguito Tlalcilalcali, municipio de Almoloya de Juárez, ubicado a una hora de la capital mexiquense, asegura que en los últimos 10 años su modo de vida ha sido el comercio informal en la vía pública, ya que las autoridades estatales o federales no le han apoyado en nada.
“Los inspectores son bien groseros. Vino el lunes uno de Gobernación y me dijo que la venta en la calle está prohibida, me dijo que me fuera y que no lo obligara a quitarme la canasta y tirarla. Le dije que hiciera lo que quisiera, que yo era viuda, diabética, que tenía dos niños huerfanitos a mi cargo, y le dije que este es mi comercio. De que otra forma puedo ganarme la vida, robando me agarran; eso es lo que deberían evitar ellos (inspectores), agarrar a la gente ratera y no agarrar a uno”, comentó.
La señora Paula Reyes, dijo que se da por bien servida si las autoridades estatales y municipales de Toluca le permiten vender sus productos en las calles céntricas, aunque no le brinden apoyo (dinero o despensas) alguno.
Asumió que a su edad debería estar en su hogar descansando y no trabajando en las calles, pero su realidad de pobreza, carencia de insumos básicos y compromiso con sus nietos, la empuja y todos los días sale con su canasta de churros para intentar colocarlos entre las personas que asisten a hospitales de Toluca, principalmente.