Balazos en el pie
Cuando leo noticias de gente que asesina a sangre fría o que cada día hay mayor inseguridad en las calles o peor aún, que hay quien se atreve a maltratar a los niños o animales, invariablemente pienso, ¿cómo es posible que haya gente tan mala?, ¿es posible que haya gente que nazca para hacer atrocidades? Creo, en lo personal, que nacimos para buscar nuestro bienestar y la de los demás, pero entonces ¿por qué no toda la gente piensa así?
Las personas no nacen malas, son circunstancias las que las hacen actuar de tal o cual manera, una infancia en la que hubo abusos, malos tratos, golpes y humillaciones, seguramente hará que esos individuos, si no tuvieron la oportunidad de modificar y concebir la creencia de que también valen o pueden ser amados, difícilmente sabrán o tendrán la intención de amar a los demás.
Sucede que en la infancia, todas las personas así como aprenden a comer, caminar, hablar, también aprenden a amarse a sí mismas y por ende a amar a los demás. También existen, por supuesto, personas que nacen con alguna alteración biológica que las hace vulnerables a conducirse de manera inadecuada dentro de la sociedad. Sin embargo, en muchos de esos casos, también influye cómo es que fueron criados desde pequeños.
Si nos remitimos a las historias de los asesinos seriales, violadores, secuestradores, etc. Seguramente encontraremos que en su infancia hubo un sinfín de situaciones que no fueron las mejores para sembrar en ellos sentimientos de bondad y amor primero hacia sí mismos. Esa frase de “ama a otros como a ti mismo”, contiene una verdad absoluta, y es que las personas que no han sido educadas bajo principios de amor, respeto y aceptación hacia su propia persona, difícilmente podrán sentir lo mismo por los demás.
Sin embargo hay posturas al respecto que dicen que el bien y el mal son inherentes al ser humano y que sólo es cuestión de decisión para alterar sus conductas. En ocasiones pareciera que esto es cierto, ya que existen personas que aparentemente tuvieron la misma educación, las mismas oportunidades y de pronto no se sabe por qué fue que tomaron “el mal camino”. En estos casos me atrevería a decir que existe un ingrediente que se llama “percepción”, ésta es absolutamente subjetiva, ya que cada persona percibimos la misma circunstancia de diferente manera y esto es lo que marca la diferencia. En ocasiones la rivalidad entre hermanos, la falta de atención por parte de alguno de los padres, el no reconocimiento de los demás, el no saber poner límites a tiempo, puede ocasionar que la personalidad de alguien se trastorne y se convierta en un sujeto con alto potencial de maldad.
Estimados lectores, siempre hay conductas que se salen de la normalidad, es importante poner mayor atención al comportamiento de los que nos rodean, acercarse a un especialista que pueda orientarlos sobre qué hacer, puede ser una alternativa para asomarse a lo que realmente hay dentro de la familia y tal vez todavía, se esté a tiempo para evitar generar más “gente mala”.
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