
El reverso de la moneda
Hace un par de días, el centro estatal de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes federal realizaba un anuncio con bombo y platillo sobre lo que serán las obras más importantes y por cierto, las únicas, que estará llevando a cabo el gobierno federal en la zona de la capital mexiquense y su zona metropolitana.
El anuncio no podía ser más espectacular, cuatro frentes de obra se estarán abriendo en los siguientes meses para poder edificar estructuras viales que en teoría, vendrán a solucionar el enorme problema de tráfico que se tiene ya en la capital y sus municipios aledaños.
Cientos de miles de millones de pesos que serán invertidos por parte del gobierno que encabeza Enrique Peña Nieto para poder atender un reclamo de la población pero que a mi entender ha sido más que sobredimensionado y se pretende atacar con muchos billetes pero con muy poco, por no decir escaso ingenio.
Al parecer la única salida que conocen los ingenieros y directivos de la Secretaría que encabeza Gerardo Ruiz Esparza es la construcción de puentes elevados o deprimidos para poder atender el problema de la sobresaturación de vehículos en la calles mexicanas, ¡ay, ajá!
Perdóneme usted, no pude resistir la tentación de escribir como un columnista oficialista; la realidad es que este esquema de los puentes a desnivel, los deprimidos, las grandes obras de ingeniería han demostrado y con creces que son la mejor fuente de dinero blanqueado, lavado y planchado para el funcionario en turno, las empresas que les hacen comparsa y la mejor fuente de ingresos para comprar los votos cuando estos son requeridos.
Esto es tan simple como lo que usted y yo hacemos cuando la fortuna nos sonríe y podemos ampliar el patrimonio familiar haciendo adecuaciones arquitectónicas a las casas; a la fecha no conozco a nadie que le guste gastar dinero de más teniendo a los trabajadores durante años trabajando algo que pudieran hacer en meses.
A la inversa, el gobierno prefiere pagar obras que durarán años porque de esa manera y haciendo uso de todos los recursos legales que ellos han adecuado, pueden incrementar varias veces el monto de la obra en cuestión y así poder seguir sangrando el erario público sin tener que mancharse las manos y sólo firmando autorizaciones de extensión de obra.
Desafortunadamente la lección no se aprendió, recuerda usted cuando a esta ciudad llegó el presidente Barack Obama y que sólo se permitió el tránsito de los camiones y los taxis que estuvieran legales y que durante esos días fuimos muy felices manejando relativamente solos en la ciudad.
Así, a los toluqueños nos esperan largas jornadas tan solo en el traslado que tendremos que hacer hacia nuestros trabajos sin que la autoridad, llámese local, estatal o federal hayan tomado en cuenta las necesidades de la población.
Porque en lugar de inyectar cientos de miles de pesos exploramos un poco la ruta de la legalidad en el transporte… nada perderíamos ¿o sí?