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México, DF, 27 de noviembre de 2013.- El telescopio VLT (Very Large Telescope) de ESO captó una imagen en la que se pueden ver nubes de gas y polvo y en la que nacen nuevas estrellas calientes, esculpiendo su entorno con extrañas formas. Pero la imagen también muestra los efectos de la muerte estelar — filamentos creados por una explosión de supernova.
La NASA explica en su página, que la Gran Nube de Magallanes es una de nuestras vecinas galácticas más cercanas. Está situada a tan solo unos 160 mil años luz de nosotros en la constelación de Dorado (El Pez Espada).
Se encuentra formando nuevas estrellas de manera activa en regiones tan brillantes que algunas incluso pueden verse desde la Tierra a simple vista, como la Nebulosa Tarántula.
Esta nueva imagen, obtenida con el VLT en el Observatorio Paranal (Chile), explora un área llamada NGC 2035 (a la derecha), apodada a veces como la Nebulosa de Cabeza de Dragón.
La NGC 2035 es una región HII, o nebulosa de emisión, consistente en nubes de gas que brillan debido a la energética radiación que emana de las estrellas jóvenes. Esta radiación arranca electrones de los átomos de gas que, finalmente, se recombinan con otros átomos y emiten luz. Mezclados con el gas vemos oscuros grumos de polvo que, más que emitir luz, la absorben, creando sinuosos caminos y oscuras formas en la nebulosa.
Las formas filamentosas a la izquierda de la imagen no son el resultado del nacimiento de estrellas, sino más bien de su muerte.
Fueron creadas por uno de los eventos más violentos que pueden darse en el Universo: una explosión de supernova. Estas explosiones son tan brillantes que, a menudo, durante un corto periodo de tiempo, iluminan toda la galaxia que las aloja antes de debilitarse y hacerse menos visibles durante semanas o meses.
Mirando esta imagen puede parecer difícil hacernos una idea del verdadero tamaño de estas nubes — tienen un tamaño de varios cientos de años luz. Y no están en nuestra galaxia, sino mucho más allá.
La Gran Nube de Magallanes es enorme, pero comparada con nuestra galaxia es muy modesta en cuanto a su extensión, alcanzando tan solo 14.000 años luz — unas diez veces más pequeña que la Vía Láctea.