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TOLUCA, Edomex., 22 de marzo de 2014.- Los cronistas tienen el compromiso de escribir lo que ven, oyen, leen y les cuentan, por eso tienen el deber de revisar, espulgar, depurar y en algunos casos, corregir los errores cometidos en la crónica, señaló el cronista de la Universidad Autónoma del Estado de México, Inocente Peñaloza García, durante el Coloquio de Cronistas que se lleva a cabo durante el presente mes.
Ante los integrantes del Colegio, Peñaloza García puntualizó que la crónica institucional es un ejercicio de publicaciones que hacen referencia al pasado del instituto; sin embargo, fue hasta 1994 cuando se dictó el acuerdo en la Gaceta Universitaria, mediante el cual se creó la figura del cronista de la universidad y cronistas de escuelas y facultades, señala un comunicado.
Abundó que aunque entonces no se habló de un colegio, sí se contempló un Comité de Identidad Institucional que debía estar formado por los cronistas y funcionar de manera colegiada, lo que derivó en la formación de este órgano, que por primera vez celebra un coloquio, con la finalidad de que sus miembros se retroalimenten, al exponer sus conocimientos y puntos de vista.
En el Torreón de la Identidad, ubicado en el edificio de Rectoría, el cronista de la Máxima Casa de Estudios mexiquense, Peñaloza García, habló sobre cómo surgió y evolucionó la crónica desde el origen de la institución.
Detalló que el primer documento escrito sobre los antecedentes de la universidad fue escrito por el coronel Vicente José Villada -a quien no se debe confundir con el general José Vicente Villada-, personaje del siglo XIX, amigo del gobernador del Estado de México, Lorenzo de Zavala, tesorero de su administración y que fue el encargado de fundar el Instituto Literario.
El coronel escribió, dijo, el único documento fundacional que se conoce del Instituto Literario, pues nadie más se ocupó de escribir una información, de dar noticia sobre cómo había surgido el Instituto. Esa publicación es la primera narración sobre la instalación y funcionamiento del Instituto.
En 1883, después de las clausuras y reaperturas que vivió el Instituto, el profesor Isauro Manuel Garrido publicó el libro titulado La ciudad de Toluca, que es una especie de monografía que contiene un capítulo sobre el Instituto Literario, breve reseña de la fundación, desarrollo y la condición de la institución en esa época, en la que se describen espacios como el edificio y su gimnasio.
Posteriormente, refirió, hay una obra de Agustín González Plata, el pedagogo más importante del Instituto y primer director de educación pública del gobierno estatal, fundador de los jardines de niños del sistema educativo y el personaje que da nombre a la Presea Estado de México en la rama de Docencia, quien publicó una reseña histórica en la que refiere cómo fue que el instituto llegó a ser propietario del antiguo Beaterio, administrado por las monjas carmelitas.
Además, el historiador y cronista del Instituto que es fundamental e indispensable para conocer el pasado de la institución, Aurelio J. Venegas, publicó una monografía titulada el Instituto Científico y Literario del Estado de México; de esta manera, la historia de la UAEM se vuelve más amplia, sistemática e institucional, concluyó Inocente Peñaloza García.