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Abro hilo/El abogado y el diablo
Ante el nivel de popularidad más bajo del Presidente Enrique Peña Nieto, entre otras causas por los escándalos de la “Casa Blanca” de las Lomas, la residencia en Ixtapan de la Sal y la mansión y jardín de Luis Videgaray en Malinalco, todas ellas relacionadas con los empresarios Juan Armando Hinojosa Cantú (el “contratista favorito de Peña Nieto” según la revista Proceso) dueño de Grupo Higa.
Y los San Román, caciques de Ixtapan de la Sal, que obtuvieron millonarios contratos durante el gobierno de Enrique Peña Nieto en el Estado de México y posteriormente como Presidente de la República, en ambas administraciones estuvo al frente de la Secretaría de Finanzas y de Hacienda, respectivamente, Luis Videgaray.
Ante la desaparición y asesinato de estudiantes normalistas de Ayotzinapa. La supuesta “represión” de la noche del 20 de noviembre en el zócalo capitalino en la que policías detuvieron a transeúntes que nada tenían que ver con los “anarquistas” que bandalizaron la entrada de Palacio Nacional. La presunta participación de soldados del Ejército, vestidos de civil, eran parte de los provocadores “esbozados”, imágenes que circularon en las redes sociales antes que en los medios de comunicación tradicionales.
Ante la caída en los precios del crudo mexicano, del peso ante el dólar y los gasolinazos que vienen desde el sexenio de FeCal, así como las constantes alzas a los precios en bienes y servicios que contrastan con los raquíticos aumentos al mini salario, entre otros aspectos.
Y ante la disminución de la participación ciudadana en las urnas en las llamadas elecciones intermedias y la disminución de votos obtenidos por parte del partido político que gana la elección presidencial tres años antes, hacen “lógica” una derrota del PRI el próximo 7 de junio, en la que podría perder la mayoría en la Cámara de Diputados, la que sería la LXIII Legislatura.
Actualmente el PRI tiene el 42% de la LXII Legislatura más el 6% del Partido Verde. En el caso del Estado de México, que actualmente tiene 38 diputados federales de los 214 que conforman el Grupo Parlamentario tricolor, lo que lo convierte en una especie de “sub bancada”, estaría en riesgo de disminuir, y digo “estaría” porque el riesgo no lo es tanto en el caso del priísmo mexiquense.
De los 38 legisladores que actualmente posee en la cámara baja, 32 fueron por mayoría relativa y 6 por el principio de representación proporcional, los cuestionados “plurinominales”. Ahora, difícilmente ganaría 30 distritos, cuando mucho. Pero, ¿qué le da al Revolucionario Institucional la confianza del triunfo, dándose incluso el lujo de designar a desgastados candidatos “chapulines” y los “juniors” (tema que abordaremos en próximas entregas) en el 87.5% de los 40 distritos?
Una sola palabra: movilización. El PRI es el único partido integrado por sectores y organizaciones, con una gigantesca estructura territorial que va desde los comités seccionales hasta el Comité Directivo Estatal. En esa faceta, es un partido de masas. Así fue literalmente concebido por el gran transformador que fue el General Lázaro Cárdenas del Río. La movilización de los obreros y de los campesinos más el voto de las fuerzas armadas, y si es cierto que el “sector militar” desapareció con la última gran reforma del partido que le dio Miguel Alemán Valdez al transformarlo en el actual PRI, también es cierto que se le agregó al más grande de los sectores: el Popular, la CNOP, aunque los trabajadores y campesinos siguen siendo más vulnerables al acarreo, por el control de los sindicatos en el caso de los obreros y por la entrega de apoyos al campo con los trabajadores del agro. “Aun controlamos la voluntad electoral de los trabajadores” se jactó alguna vez el líder sindical charro Amador Monroy Estrada, ex diputado federal y ahora diputado local, en un desayuno en Tlalnepantla entre los líderes charros del denominado “sindicalismo oficial” con la dirigencia estatal del PRI que en ese entonces presidía Ricardo Aguilar Castillo.
Pero la más efectiva movilización que no es de “masas” sino la de verdaderos “cuadros” priístas que son previamente seleccionados y posteriormente capacitados para operar el día de la jornada electoral. Nada tiene que ver con las desprestigiadas e ilegales prácticas del pasado, que eran las llamadas “operación carrusel” “operación tamal” y “operación ratón loco” entre otras. Ahora es la simple movilización de la red de votantes que sale a emitir su voto desde las primeras horas una vez instaladas y abiertas las casillas electorales. Y no hay nada ilegal por más que el PAN eche andar su provocadora “operación caza mapaches” como lo hizo en el pasado. Atrás quedaron también los tiempos del camión que pasaba por los electores y los llevaba a votar. Ahora solo basta recordarles que tienen que ir a sufragar y llevar el record de quienes ya emitieron su voto.
Esta clase de operaciones son el éxito del PRI, y entre mayor es el abstencionismo, mayores probabilidades de triunfo tiene el tricolor. En la entidad, su actual dirigente tiene amplia experiencia en ello. Fue el gran artífice de la operatividad política que llevó al triunfo al actual gobernador Eruviel Ávila Villegas, que lo llevó a romper todos los records, rompiendo la barrera de los tres millones de votos, cifra que ni el propio Enrique Peña Nieto obtuvo en 2005 como Gobernador ni en 2012 en el estado como Presidente de la República. Ese artífice es su líder, Carlos Iriarte Mercado.
El de Ecatepec pedía el apoyo de la estructura operativa que le operó territorialmente el triunfo. Con ellos tuvo una de las primeras reuniones ya como candidato en 2011 y les prometió “amor con amor se paga”, “yo como veo doy” y “según el sapo es la pedrada” y al final, la mayoría seguimos, ¡perdón! sigue esperando “amor” o “la pedrada” que nunca llegaron. Y como decía el clásico “pero esa, es otra historia” y ya se las platicaremos con más detenimiento.
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