Balazos en el pie
Para lo que guste y mande,
por Eruviel muchos gimen,
está claro que aquí el crimen
de verdad sí “piensa en grande”…
Gustavo Escudero Mendoza, uno de nuestros lectores, escribió esta rima, que refleja de alguna manera la realidad que se vive en el Estado de México, donde los criminales que «gobiernan» en los municipios, andan «como Pedro en su casa», ejecutando rivales, traficando, controlando plazas, sin que el procurador Miguel Ángel Contreras Nieto, muestre una mínima reacción de preocupación y mucho menos de acción, para detener tanta violencia casera, provocados por los mismos grupos criminales.
Ni siquiera la Secretaría de Seguridad Ciudadana (SSC) o su titular Rocío Alonso Ríos muestra voluntad de querer frenar la ola delincuencial, no sólo del crimen organizado, sino también de raterillos y delincuentes de poca monta.
En sí, el gobernador Eruviel Ávila Villegas tiene la «puerta en Grande» para los criminales de alta escuela, media y baja, por ello, la rima de Gustavo Escudero, nuestro lector, es muy acertada en este momento.
Pero la falla no es únicamente de Eruviel, Miguel Ángel Contreras o Rocío Alonso, sino también de los alcaldes y sus directores de seguridad pública local, que no tienen una mínima coordinación para «combatir en Grande» la inseguridad.
En el Estado de México el llamado mando único ni siquiera ha funcionado como tal a más de un año de su anuncio.
Los alcaldes no se mueven, si el gobernador no se los pide; los jefes de policía ven más rentable el negocio de proteger a los delincuentes que combatirlos y los mexiquenses, cada vez están más hartos de las constantes ejecuciones, extorsiones, asaltos, robo de vehículos y despojo de sus pertenencias en el transporte público.
Los municipios más inseguros y en donde las ejecuciones son una constante en los últimos días son: Coacalco, Ecatepec, Valle de Chalco, Nezahualcóyotl, Chalco, Cuautitlán Izcalli, Acolman, entre otros cuyos nombres aparecen en las notas rojas del país.
Tan solo en Coacalco el edil David Sánchez Isidoro fue ligado con narcotraficantes en el libro «Tierra Narca» de Francisco Cruz Jiménez, quien le dedica todo un capítulo al municipio de Coacalco, en el que irónicamente, le pone en el capítulo V «Con C de cártel».
David Sánchez Isidoro ha sido dos veces alcalde de Coacalco y diputado local por el PRI, claro, pero ni en uno u otro período logró acabar con la inseguridad en su municipio, al contrario, cada vez es más violento.
Ahí fueron ejecutados cinco jóvenes el pasado 20 de diciembre y este 10 de enero, otros cuatro, mientras bebían unas cervezas en Villa de las Flores.
Pero también su hermano, Jesús Sánchez Isidoro, quien gobierna con las siglas del PRD, el municipio de Valle de Chalco, ha logrado disminuir los índices de seguridad en ese lugar. El nueve de enero un bebé fue secuestrado en la avenida Anáhuac y es constante el robo de vehículos.
No se descartan las ejecuciones, donde estuvieron muy de boga el año pasado y en cualquier momento pueden reactivarse.
En Chalco, su presidente municipal Francisco Osorno Soberón mejor esconde la cabeza ante los asesinatos, como ocurrió con los cuatro jóvenes que fueron «levantados» en el barrio de San Sebastián y ejecutados con todo y tiro de gracia frente a la Villa de los Niños.
En Chalco se han registrado movilizaciones ciudadanas de los pueblos de San Martín Cuautlalpan, Xico Viejo, Tezompa, Huitzilzingo, entre otros, por secuestros, robos y extorsiones, pero ni así hacen entender al alcalde Osorno.
En Ecatepec, ni se diga, la inseguridad es creciente, es el municipio que ocupa el primer lugar en todo: ejecuciones, asesinato de mujeres, asalto al transporte público, etc., etc.
Pablo Bedolla López es un alcalde que se «cree el rey de los pollitos» y no le hace a la crítica, mucho menos controla a su tropa municipal, cuyos integrantes se ven involucrados en escándalos como el del video en el que se ve cómo consumen cocaína.
Así podemos ir describiendo a cada uno de los alcaldes, principalmente de municipios conurbados, que poco le importa el grito desesperado de los mexiquenses, que se sienten desamparados y desprotegidos por sus autoridades estatales y municipales.
¿Qué falla?, ¿quién falla? Esa es la pregunta que nos hacemos miles y miles de mexiquenses en espera de alguna solución por parte de los responsables de la seguridad pública en nuestra entidad federativa.
Con todo este cóctel social, de incertidumbre, asesinatos al por mayor, robos y extorsiones sólo se pavimenta el camino a la formación de grupos de autodefensa o vengadores anónimos.
Va a haber algún día que los mexiquenses vamos a actuar como el doctor José Manuel Mireles, que durante la mañana atiende a sus pacientes en el municipio de Tepalcatepec, Michoacán, por la tarde «me voy a la guerra», es decir, se arma para ir con sus grupos de autodefensa a combatir a los grupos criminales.
En el Estado de México se necesitan líderes como Mireles para poner el ejemplo y combatir a los criminales que mantienen en jaque al gobierno de Eruviel Ávila y con miedo a millones de mexiquenses.
O al menos que Eruviel nos muestre lo contrario, ¿no?