Libros de ayer y hoy
Lucas ya no cree en los periódicos ni en las noticias internacionales porque dice que están comprados por los judíos norteamericanos que controlan todo a nivel mundial. Con el exterminio de palestinos a los ojos del mundo, paralizado y mediatizado, por los problemas internos de cada país.
Me dice, mientras nos tomamos una cerveza: -Es de admirar a los publicistas y al sistema el manejo que se ha dado desde hace tiempo, al aspecto de la limpieza o de lo limpio, la mayoría de los comerciales que tienen que ver con el cuidado del cuerpo o su embellecimiento, el lavarse las manos lleva además otras raíces, no es sólo la limpieza como tal, sino una cuestión de imagen que se quiere dar en las fumadas de opio, sobre un acceso al primer mundo-.
Le pregunto: ¿Qué tiene que ver la limpieza con lo que está pasando en Palestina?
-No sólo en Palestina- hace una pausa tomando aire- la pobreza ha sido siempre relacionada a lo “sucio”, basta sólo recordar al nazismo, que llamaba sucios a los pueblos a los que iba a liquidar; esta combinación “sucio y pobre”, la identificación de ambos conceptos, fue siempre la mejor estrategia para el exterminio, y en este sentido, la aplicación de un sistema económico injusto, la falta de oportunidades laborales, tiende a hacer más evidente la marginación y la muerte, diríamos un exterminio de tipo étnico, aunque no sé si el hecho de ser, ya no pobre, sino indigente, te haga pertenecer a una especie de etnia, sin ningún tipo de derecho ni a la educación , ni a la salud, ni a la seguridad, y no digamos a un mejor nivel de vida.
Le digo -sí Lucas, la limpieza del cuerpo no alcanza para las zonas que carecen de agua y de muchos otros servicios, es un lujo, capaz de hacer milagros y no comporta ningún elemento religioso, como para hablar de un sacrificio místico-.
Me responde dando un giro: -fijáte en las manos de los políticos, están tan limpias que cualquier agua de lavabo parece sucia junto a esa pulcritud, basta con ver cómo aprueban más presupuestos para que nos creamos sucios, es decir, la población en general, de la clase social que sea o de la religión que fuere; hasta te digo más, llegamos a considerarnos negros en la época de mayor persecución y racismo, simplemente porque no pertenecemos a esa casta que decide sobre el destino económico y existencial de un país-.
-Sí, Lucas, ahora que lo dices, los políticos, de cualquier partido, constantemente presumen de que hay “sucios manejos” o sucios complots, o un trabajo sucio, siempre tienen preparada esta definición, cuando tratan de moralizar, sin embargo, esta excusa no es más que una forma barata de decirse “sin manchas”.
Lucas me responde de manera tajante: -Y en este mundo globalizado, donde privan las ventas y el consumo de todo lo que se pueda vender y consumir, la mayoría de los negocios son sucios, el del petróleo, el de las noticias, el de las candidaturas, el de la cultura oficial, el del futbol, el de los bancos, el del cine y el de la televisión. Los políticos no deberían presumir tanto de limpieza, ni tampoco lloriquear cuando les sacan sus trapitos sucios al sol, ni cuando hacen algo para lo cual hay que ensuciarse las manos, y dicen que se sacrifican-.
-Claro Lucas, no debería hacerse tanto ruido, que desde el poder van a limpiar de mafiosos sus dependencias, ya que la llamada suciedad abarca a toda la sociedad en general, y esto es mugrosamente deprimente-.
-De acuerdo pibe, también hay que hablar de pseudoperiodistas o de empresarios que dicen que tienen ciertas afinidades con el poder, porque es el tono de ciertas revistas rosas que ejercen más influencia que la opinión de intelectuales prestigiosos. Aparentan volverse sentimentales, son actores frustrados como personas individuales ¿cómo se le puede ocurrir a alguien señalarlos de sucios, con un dedo sucio, un dedo de pobre? pero si para ellos, no hay negocio más limpio que el de la política-.
-Por eso Lucas, siguen mintiendo, esta política que hace referencia constante al sucio negocio, nos dice que se sacrifica y se ensucia día a día y noches las manos, por sacar al país adelante-.
-Te digo más, el devenir ya ha sido anticipado a toda la parafernalia publicitaria: muerte a los sucios del sistema, tres veces muerte a ellos si no encajan en los tópicos que les exigen estos tiempos, se adecuan o simplemente son exterminados. Si no son ni de izquierda ni de derecha ni de centro, serán simplemente sucios. Así que, la metáfora de la limpieza es la única señal propagandística que nos quiere alejar de la conciencia, ante una sociedad sin escrúpulos
-Estamos jodidos, Lucas, todo esto tiende a hacer creer que se va a superar el pasado de impunidad, si sobrevivimos al presente-.
Lucas mirándome fijo, un poco molesto, remata: mira, yo no quiero engañarme ni hacerme ningún tipo de ilusiones, hasta un intelectual crítico del momento ¿lo hay? de cualquier ideología, tiene un parecido inevitable con aquellas mujeres del orden y del poder que aman la limpieza, pero que les gustan las películas sucias. Hoy el pobre político, o el político sin dinero, será en un principio un “sucio político”, por sus limitaciones económicas, hasta que demuestre todo lo contrario, porque a lo mejor aparenta no darse cuenta de que la política es un sucio negocio, tan sucio como los informativos televisivos, como los bancos y como el lavado de dinero, que es un trabajo sucio-.
-Y sí, Lucas, querido maestro, sólo el éxito sucio cuenta en los negocios de esta sucia tierra, no envidio a ningún político, siempre le faltará por mostrar y demostrar algunas vilezas- (P.S.A.)