Libros de ayer y hoy
Dice que no tiene dinero, y tal vez sea verdad en lo que se refiere a cuentas bancarias, pero siempre le ha sobrado para su propósitos personales y políticos.
Ha tenido dinero a raudales. Del erario y de origen turbio.
La apuesta a la desmemoria es grande de parte de Andrés Manuel López Obrador en esta campaña presidencial, en la que nos ha hecho creer que su gobierno en la Ciudad de México fue ejemplar.
No combatió la corrupción, empeoró la inseguridad, cayó el empleo, subió la deuda, violó la ley, no se bajó el sueldo ni moralizó absolutamente nada.
Su popularidad en la capital del país se debe a la desmemoria, a sus exitosos programas asistenciales y sobre todo a un bombardeo de propaganda sin precedentes en la historia del país, pagado con el dinero de los capitalinos.
Guardo los recortes de lo publicado en Crónica, cuando la dirigí, y todo lo que salió nunca fue desmentido, sino avasallado por la campaña mediática más costosa de un gobernante, local o federal, hasta ese entonces.
Desde el inicio de su gobierno López Obrador abrumó con propaganda suya, personal y pagada del erario, y veíamos su imagen a toda hora: en Big Brother, en los juegos América Chivas, en la liguilla, en la final, en los partidos de la selección, en los noticiarios, en la mañana, en las telenovelas, en las películas, en la noche, en los canales nacionales, en los locales. Hasta en los preservativos masculinos que repartía el Sector Salud aparecía el rostro López Obrador, como se lo enseñó en una conferencia matutina el reportero de Crónica Raymundo Sánchez. Toda la propaganda se pagaba del erario.
Él inauguró la infausta y suntuosa costumbre de que los funcionarios se promovieran, no sus obras, sino ellos, su imagen, con dinero público.
Fue tan ostentosa la campaña de imagen personal de López Obrador con dinero público, que su interino Alejandro Encinas determinó, en sus primeras medidas, que desapareciera la imagen del Jefe de Gobierno de la propaganda oficial.
Dice AMLO que nunca ha tenido dinero, pero durante el proceso de su desafuero había 23 spots diarios en televisión, pagados por la asociación civil No Nos Vamos a Dejar, que nunca rindió cuentas.
Insistía y sostiene todavía que no tiene dinero, pero a algún lado se iban las cuotas de los 13 mil taxis piratas del grupo Panteras, que pagaban al Frente Popular Francisco Villa, del PRD en aquel entonces.
Decía que no tenía dinero, pero a algún lado se iban las cuotas que pagaban los 100 mil ambulantes controlados por organizaciones lideradas por su entonces secretario particular René Bejarano en nueve delegaciones.
Decía -y sostiene- que no tenía dinero, pero a algún lado se iban las cuotas que semana a semana pagaban los giros negros a las autoridades delegacionales, del partido de AMLO, para poder operar.
Decía que no tenía dinero, pero a algún lado se iba lo que descontó a los burócratas durante su proceso de desafuero, a razón de diez mil pesos a directores, seis mil 400 a subdirectores, cuatro mil 900 a jefes de Unidad Departamental, cuatro mil 100 a coordinadores de proyecto, y tres mil 200 a Enlaces Administrativos. Puro peculado.
Decía que no tenía dinero, pero entregó a dos constructoras privadas 38 hectáreas en Santa Fe a cambio de los puentes de la avenida de Los Poetas.
La obra costó a esas empresas 850 millones de pesos, y dividieron el terreno en 600 lotes de a dos millones de pesos cada uno, con lo que obtendrían mil 200 millones de pesos. Eso les dejaba a los socios del gobierno de AMLO una ganancia neta mínima de 350 millones de pesos.
Decía que no tenía dinero, pero la mayoría de las obras de su gobierno se hicieron por la vía de la adjudicación directa.
Decía que no tenía ni tiene dinero, pero la mayoría del entonces PRD en la Asamblea, durante su gobierno, aprobó que se construyeran edificios de seis a diez pisos en Coyoacán y Álvaro Obregón (San Ángel), “corredores urbanos” con cantinas y centros nocturnos en esas delegaciones.
¿Combatió la corrupción? Engaña el candidato. Mañana continuamos.