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TOLUCA, Edomex., 20 de enero de 2019.- Originaria de Xonacatlán, Reyna Rayón Salinas ha dedicado su vida al trabajo de difusión y promoción de la cultura otomí, dedicándose a enseñar su lengua materna, comida tradicional y tejido en telar de cintura, herencia cultural que aprendió de su madre, Doña Maguito, quien a su vez aprendió de su madre y sus abuelas.
La relación de Rayón Salinas con la cultura otomí comenzó desde su nacimiento, cuando al igual que las niñas de su comunidad, y de acuerdo con las costumbres, aprendió en casa la lengua y tradiciones propias de su comunidad.
Una vez que tuvo edad suficiente para aprender la técnica del tejido en el telar de cintura, elaboró sus primeras prendas y por iniciativa propia apoyó a su madre, cuando ésta presidió una asociación de 83 artesanos de Xonacatlán, a través de la cual comercializaban sus creaciones en Toluca; la pequeña Reyna se encargaba de detallar los textiles para mejorar su presentación final.
Orgullosa de la riqueza cultural e identitaria heredada de su madre, Reyna creció convencida de que estos conocimientos deben transmitirse de generación en generación para que se expandan a tantas personas y lugares como sea posible.
Derivado de lo anterior, hace más de 25 años comenzó a impartir un taller de telar de cintura con sede principal en el Centro Cultural Mexiquense y que actualmente se ofrece de manera habitual en los Centros Culturales de municipios como Atlacomulco, Ocoyoacac, San Felipe del Progreso, Xonacatlán y Temoaya.
“Yo esto lo aprendí de mi mamá. Mi punto de vista es que esto es una herencia que ella también aprendió de sus abuelas, de su madre y yo lo aprendí de mi mamá. Y yo lo veo así, como parte de una herencia que se tiene que transmitir de generación en generación, porque es parte de nuestra tradición y cultura”, compartió la artesana otomí.
La trascendencia del trabajo realizado por Reyna Rayón abarca a otras etnias distintas a la otomí, ya que gracias a programas realizados bajo el auspicio de instituciones como el Colegio de Lenguas, de la Secretaría de Cultura mexiquense, ha impartido talleres a matlazincas, tlahuicas y mazahuas para que aprendan el manejo de la trama y el urdimbre, para que así ellos puedan rescatar su indumentaria, incluyendo el uso de pigmentos naturales.
Galardonada con premios nacionales de artesanía textil, más de mil personas han asistido a lo largo de casi tres décadas a sus talleres. Pensando en que los niños son los más importantes para preservar las costumbres y tradiciones originarias, la artesana ha desarrollado un interesante sistema de enseñanza lúdico, que aplica generando interesa a partir de la curiosidad propia de los niños y el aprendizaje de palabras en otomí de manera práctica, mientras realizan un textil o guisan algún platillo básico.
Sin límites geográficos, Rayón Salinas regresó del VI Foro Mundial de la Gastronomía Mexicana, realizado en Estados Unidos, donde presentó platillos tradicionales, no tantos como ella hubiera querido, según declaró en entrevista: “porque no se consigue todo lo que hay acá en México, y si se consigue, se consigue en dólares”.
Hace seis años viajó al Vaticano para presentar las artesanías mexiquenses en los Museos vaticanos y ha participado en diversos encuentros interculturales en distintas partes de México.
“Cuando me entero de que salen convocatorias para concursos, pues yo me dedico a trabajar, me desvelo, me levanto temprano para poder trabajar y tiene que ser un trabajo de calidad, porque yo creo que de eso se trata”, agregó.
Consciente de la situación actual de los textiles tradicionales, parte de su producción comercial se enfoca en lo que ella ha llamado “Prendas de innovación”, que son artículos como bolsitas y morrales para cosméticos o celulares, lapiceras y caminos de mesas, entre otros productos que sin tener la tradición del chincuete o el gabán, han sido bien recibidos por los consumidores, para uso utilitario o decorativo y en la que se ha encontrado una forma de continuar la vigencia del telar de cintura.