Muere niña tras ser arrollada por camión público en Toluca; su madre lesionada
TOLUCA, Edomex., 27 de enero de 2019.- Al igual que en todas las prisiones, los días dentro del Penal de Santiaguito transcurren lentamente; el encierro, el estrés y la depresión son parte de la dura realidad con la que 350 reclusas deben aprender a vivir, sin embargo, en su cruda cotidianidad ellas no están solas pues actualmente tienen una nueva oportunidad de superación, de ser productivas en prisión y de reintegrarse exitosamente a la sociedad.
Hace seis meses, cuando la señora Verónica escuchó que las integrantes de la Fundación Evita llevarían un taller de bordado Sashiko, una técnica milenaria japonesa, pensó que sería un proyecto que fracasaría a los pocos días.
Pronto se dio cuenta que las clases de Sashiko se mantuvieron e, incluso, la cantidad de reclusas que se inscribían comenzó a crecer; fue en ese momento cuando ella y sus compañeras se percataron que tenían a su alcance una alternativa para trabajar, recuperar su papel dentro de sus familias y realizar una actividad que les serviría como terapia para hacer más llevaderos sus días tras las rejas.
“Nunca lo imaginamos de verdad, nos ponemos a platicar así cuando nos decían ‘les voy a poner su taller’ así y así, decíamos ‘Si! ¿Crees que sea cierto eso?’ Estamos viendo que sí es verdad, que sí hay gente que se interesa por nosotros, que sí hay gente que quiere que salgamos adelante. Me hace sentir útil, me hace sentir importante, me hace sentir que le importamos a alguien, que no nos marginan”, expresó.
Superar el abandono de sus parejas, de sus amigos e incluso de sus familias es uno de los problemas más difíciles de afrontar en reclusión, más aún cuando esta situación es común dentro de las cárceles, sin embargo, de acuerdo con integrantes de la Fundación Evita, es mediante el trabajo como ellas buscan reconectar con la sociedad y especialmente con sus familias.
“Además de ayudarles mentalmente a que estén más tranquilas y se enfoquen en otras cosas positivas, les da un trabajo, el trabajo ayuda a que ellas puedan aportar desde la cárcel sustento para su familia, a que su familia las vea desde otra perspectiva, como alguien que está preocupándose por salir adelante y que sus hijos, la gente que está afuera, tenga el apoyo para no volver a delinquir», señaló Mariana Aguilar, integrante de Fundación Evita.
A pesar de las circunstancias que hoy enfrenta, Eira, joven de 28 años y madre de tres pequeños, de los cuales el menor se encuentra con ella en prisión, considera que ellos son el mayor regalo de la vida y su principal motor que le impulsa a continuar luchando.
La joven reconoce que convertirse en madre en este momento de su vida ha sido complicado, no obstante y pese a llevar cinco años en la cárcel, ella busca la manera de que esto no le afecte a ella ni a su bebé.
“Una forma de tener un trabajo digno, una forma de sustentar a mi hijo. Yo soy mamá soltera, aparte de otras dos niñas, y es un apoyo el que yo le puedo dar a mi familia porque yo soy originaria del estado de Oaxaca, es complicada mi situación, pero es una manera también de ayudarme con gastos personales, como por ejemplo un shampoo, un papel de baño, a veces comprarle una manzana a mi hijo”, comenta al sostener en brazos a su pequeño de nueve meses.
Una de las mayores ventajas de este proyecto, además de la remuneración económica que reciben las reclusas, es que les permite tener un momento de reflexión, pues al bordar a mano ellas se sumergen en sus pensamiento, lo cual ha permitido disminuir comportamientos agresivos, además de dar cierta tranquilidad en el pabellón femenil donde conviven diariamente 350 mujeres.
«Hemos visto cómo de ser mujeres ansiosas, con depresión, agresivas, problemáticas, hemos visto que se han transformado en mujeres en calma, que muchas han dejado de estar deprimidas y que encuentran en este oficio un sentido de paz y de tranquilidad”, aseguró Tatiana Ortiz Monasterio, integrante de Fundación Evita.
Con más de 20 reclusas inscritas en los primeros meses de las clases de bordado, las expectativas del proyecto son buenas, pues el interés por aprender este oficio crece conforme otras prisioneras observan el trabajo que se realiza en clases, donde las pacientes manos de las reclusas confeccionan originales piezas como cojines, manteles, cosmetiqueras y otras.
Por ello, este 5 de febrero, cuando el taller sea concluido en el patio de esta sección del penal, se espera que más mujeres se sumen y consoliden esta iniciativa que, en conjunto, emprenden las integrantes de esta fundación y autoridades del Gobierno mexiquense.
“Que lo compren, porque no solo se dan el lujo de tener algo hermoso, bonito, sino que también están ayudando a personas como nosotras que sí lo necesitamos” finalizó Verónica, quien lleva dos años de reclusión en este penal.
Para adquirir las piezas que ahí elaboran, apoyar a Fundación Evita o solicitar más información, los interesados pueden escribir al correo: [email protected]