Balazos en el pie
The Who, misión cumplida, sueño realizado
TOLUCA, Edoméx., 13 de octubre del 2016.- Misión cumplida, sueño realizado. The Who brindó espectacular y emotivo recorrido sonoro, transitando generación tras generación desde los años 60 hasta llegar a los tres lustros del siglo XXI, la noche del pasado miércoles 12 de octubre en el Palacio de los Deportes. Bastaron dos horas 20 minutos, con todo y encore, para dejar huella en la memoria colectiva de la raza de bronce, en el Día de la Raza en México.
Muchos de los 18 mil 500 asistentes al primer, y tal vez único concierto de la banda en la historia de México, podemos morir en paz tras este acontecimiento sociocultural, porque The Who representa la banda sonora de una parte nodal de nuestras vidas; representa el “leit motiv” para no abandonar el barco ante las adversidades; representa la fortaleza requerida para no rendirse ante las injusticias de la cada vez más decadente sociedad mexicana; representa la actitud de lucha constante para seguir con vida para no morir en el intento.
15 minutos antes de las 21 horas de una templada tequilera noche en la capital del país, subió al escenario el hermano menor de Pete Towshend, el también guitarrista Simon, para calentar los ánimos con set acústico que fue bien recibido por el respetable, en su mayoría adultos contemporáneos que compaginaban a la perfección con jóvenes millennials que se dieron cita para conocer en vivo y en directo a una de las legendarias leyendas del rock internacional: The Who.
Los gritos a coro de “Who, Who, Who, Who”, durante todo el concierto fue como un cántico de conciliada guerra que retumbaba en el Palacio de los Deportes. Las imágenes proyectadas en las pantallas del escenario eran una cronología de la historia de The Who a lo largo de medio siglo de trayectoria. Todos las contemplábamos como si se tratase de un amado libro de fotografías familiar.
Pasadas las 21:30 horas, las luces se apagaron en el Domo de Cobre para dar paso a un baterista con cabello pintado de güero arribar a su instrumento, se trataba de nada más y nada menos que del hijo del Beatle Ringo Starr, Zack Starkey, quien todo el concierto dirigió como todo un Lord orquestal el concierto. Para un “joven” (al lado de los setentones Pete Townshend y Roger Daltrey) como Starkey (tiene 51 años) llevar la batuta de The Who, significa que es un músico de grandes ligas, a la altura de quien sea y donde sea.
El cantante líder de The Who, Roger Daltrey, salió vestido de negro con sus setenteros lentes azules, se desabrochó la camisa a la mitad del concierto para mostrar que se encuentra a sus 72 años en condición física envidiable para miles o millones de mexicanos. La voz de Daltrey también se mantiene en forma, aunque ya no alcanza, por obvias razones, los vibratos vocales de antaño, pero se entregó como nunca antes lo he visto en decenas de conciertos grabados. Pese a la altura de la CDMX, Daltrey salió avante de todo reto. Se le vio feliz de estar entre nosotros.
Fue muy emotivo abrir la noche con ‘I Can’t Explain’, donde más de 18 mil 500 almas hicieron retumbar de extrema felicidad al Palacio de los Deportes. La tercera rola de la velada, ‘Who Are You?’, nos hizo despegar como niño con cohete en la mano de nuestro asiento, mientras veíamos a un Roger Daltrey lleno de vitalidad como si tuviera 30 años menos.
El guitarrista, icono de The Who, Pete Townshend (71 años), salió con un pañuelo rojo prendado a su camiseta negra, para decirnos que la elegancia inglesa estaba también presente en esta noche de verdadero rock duro. Cambió varias veces de guitarra, brincó lo más que pudo sobre el escenario, fue el más emocionado de la banda de estar en nuestro país, se disculpó por no hablar en español, le brillaban los ojos, se le mojaban cada vez que la raza gritaba al unísono “Who, Who, Who, Who”.
Por su parte, el discreto bajista Pino Palladino, hizo suspirar a más de un centenar de músicos presentes por el excelso nivel de ejecución. Las pantallas del escenario pocas veces enfocaban completa su figura, pero recalcaban el enfoque en la forma de tocar, con lo cual quiere decir que le dan su merecido lugar dentro de la banda británica.
En cuanto a los tecladistas Jon Corey, Loren Gold y Frank Simes, se les agradece, al igual que al hermano de Pete Townshend, Simon, ser parte de esta aventura sonora que llegó a México más de 50 años después de haber sido creada y a casi una década de haber cancelado concierto en el Foro Sol por falta de vente de boletaje.
Durante el show, recordamos a los integrantes fallecidos de The Who: el bajista John Entwistle, muerto a los 57 años en el 2002 por sobredosis de cocaína y al baterista Keith Moon, fallecido en 1978, a la edad de 32 años por sobredosis de Clometiazol, medicamento prescrito contra la ansiedad de tomar alcohol. Moon se tomó 32 pastillas, de las cuales seis fueron suficientes para matarlo, el resto fueron encontradas sin disolverse en su estómago. Moon se metía de todo y a todas horas. Su muerte era inevitable y él lo sabía.
Para este “servibar y amigo”, The Who cumplió con el set list que deseaba a toda costa escuchar. Contuve lágrimas para no vertirlas sobre el tequila y la cerveza. Volteaba a ver a mis cómplices de esta aventura, a mi editor en jefe y director de la Agencia de Información y Análisis Quadratín, Estado de México, Luis Pantoja Ríos, y al comparsa Héctor “El Puma” Gil Torres, para comprobar que no era el único extasiado y extremadamente conmovido.
Las rolas ‘Behind Blue Eyes’, ‘Pinball Wizard’, ‘Love Reign O’er Me’, ‘The Kids Are Alright’, ‘My Generation’, ‘Baba O’Riley’, ‘Wont Get Fooled Again’, ‘I Can See For Miles’, ‘Eminence Front’, la más funky del grupo, y ‘Substitute’, con la que cerraron la noche, fueron en esencia la música de una buena parte de mi historial de vida rockera. Escucharlas en vivo y en directo de parte de The Who, se traduce en el mejor cocktel etílico cannábico sonoro que me hayan servido a la carta.
“¡Who, Who, Who, Who!”, “¡Who, Who, Who, Who!”, muchos ya nos podemos morir en paz. ¡Gracias!