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TOLUCA, Edoméx., 7 de diciembre del 2016.- El día 25 de noviembre, el líder cubano Fidel Castro falleció a los 90 años, según informó su hermano, el presidente Raúl Castro: “Con profundo dolor comparezco para informarle a nuestro pueblo, a los amigos de nuestra América y del mundo que hoy 25 de noviembre del 2016, a las 10:29 horas de la noche, falleció el comandante en jefe de la Revolución cubana Fidel Castro Ruiz”.
Figura polémica
Como todo político -y más si es revolucionario-, Fidel Castro, tuvo sus opositores y sus adeptos, pues en un mundo globalizado donde el neoliberalismo prima como base epistemológica de la mayoría de la población, cualquier idea que vaya en su contra, por lo menos al inicio, generará un conflicto en el pensamiento, de si es posible ese sendero.
Tras haber tenido una vida llena de particularidades y sin duda mucha trascendencia, al menos, para Cuba. Destacó siempre por ser una figura polémica, hasta luego de su muerte, mientras muchos en La Habana lloraban, otros celebraban.
Al ser el líder de la Revolución Cubana en la década del 50 y tener sus acercamientos al comunismo y la Guerra Fría, y por la manera del ingreso al gobierno se le consideró un dictador. Sin embargo, al haber estado 47 años en el poder de Cuba, desde 1959 hasta su renuncia en el 2006, presentó diversos logros que destacan sus defensores, desde el haber derrocado a Fulgencio Batista; la resistencia ante la hegemonía norteamericana de los Estados Unidos en Latinoamérica; y el haber generado un desarrollo inusitado en el deporte, la medicina y la educación de su país.
Efectivamente, cuando se habla del ‘desarrollo’ de un país, tal vez lo que inicialmente se observe solamente el PIB (Producto Interno Bruto) o el comercio internacional, pero estos son solo indicadores del desarrollo económico; sin embargo, muchas veces se olvida analizar las otras esferas del desarrollo, como el social y el ambiental, que son claves fundamentales para un verdadero desarrollo sostenible.
De esta manera, el caso particular de Cuba, debe ser observado al menos bajo estas tres esferas para tener una conclusión aproximadamente acertada sobre la gestión de Castro.
Desarrollo Económico
Según cifras del Banco Mundial, el PIB de Cuba al 2013 asciende a 77.15 miles de millones de dólares americanos, sin embargo como menciona el presidente de la Asociación de Economistas y Contadores de Cuba, Oscar Luis Hung, la trascendencia que tuvo Castro en su política económica, logró reivindicar el carácter científico de la economía política marxista, que no se limita a encontrar el mejor uso de los recursos escasos para satisfacer las necesidades, sino que sitúa en un primer plano el estudio de las relaciones sociales que se establecen en el proceso de producción, distribución, intercambio y consumo, explicó.
Desarrollo social
Así, según el Banco Mundial Cuba está ubicada en el primer lugar por la inversión en el sistema educativo en el periodo 2009-2013 (13% del PIB). Así mismo, la creación de programas para la educación permiten que se atienda a más del 70% de niños de 0 a 6 años, siendo este caso muy destacado por la Unicef. Teniendo así que para el 2014, la inscripción escolar en el nivel primario alcanzó el 98,1%, es decir que de cada 100 niños, 98 asisten a la escuela primaria.
Otro ejemplo, es que según el Índice de Desarrollo Humano que calcula el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), Cuba es actualmente la primera nación de América Latina y el Caribe en la dimensión de educación, y la segunda en el índice de esperanza de vida al nacer, la cual para el año 2014 es de 79.4 años, superior a la media mundial que asciende a 71.4 años.
Desarrollo ambiental
En la esfera ambiental, se sabe que Cuba respecto a las emisiones de dióxido de carbono (CO2) al 2013, presenta 3,462 toneladas métricas per cápita, inferior al promedio mundial que supera los 4,996, o a México con, 3,949.
De esta manera, se observa que si bien la manera en que se han adoptado las políticas económicas por el país centroamericano ha sido cuestionable, los resultados en términos de desarrollo sostenible demuestran un interesante caso, en el que el neoliberalismo no es la única forma de gobernar y que incluso se pueden tener mejores resultados a través de sistemas más sociales.